El problema es la logística (y la política), estúpido!!!

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En los últimos días de marzo y primeros de abril el ruido era ensordecedor. No tanto por los despegues y aterrizajes de los A330 de Aerolíneas Argentinas que salían a buscar vacunas a Rusia y China,  sino por el despliegue informativo que periodistas y funcionarios  hacían en los medios, especulando con la llegada de vacunas.  Dos semanas después todo es silencio. Nadie se pregunta a qué hora sale, cuál será la ruta, y cuantas las vacunas. También la ministra Carla Vizzotti y el presidente de Aerolíneas, Pablo Ceriani,  podrán descansar ya que por unos días no deberán tomar frio (o calor, si el vuelo es al mediodía) en la plataforma de Ezeiza cuando llegan los vuelos de oriente y hay que atender  a la prensa.  Este miércoles la ministra solo dijo que no hay más vacunas en la Argentina y que no sabe cuándo las habrá, mientras que los rumores hablan de un cargamento que podría venir en un vuelo de línea de Aerolíneas Argentinas desde Miami para traer AstraZeneca,  y otro desde Ámsterdam (podrían derivar el vuelo regular a Madrid) también para traer la misma vacuna, pero dentro del programa Covax.

El arribo de los últimos vuelos de Aerolíneas, uno desde Beijing y el otro desde Moscú trayendo vacunas contra el Covid 19, coincidieron con el jueves y viernes Santo.  Desde el primer vuelo, el épico,  el de Pablo Biró en los controles del A330 que arribó a Ezeiza el 24 de diciembre (allá lejos y hace tiempo), fueron 13 los servicios que puso a disposición del ejecutivo argentino la aerolínea estatal hasta hoy para traer más de 7  dosis de vacunas.

Solo hubieron tres excepciones: un vuelo de Qatar Cargo trayendo desde la India 580.000 dosis de la Covishield y dos cargamentos menores de KLM, uno desde China (pon un excedente de Aerolíneas) y el otro desde Corea del Sur transportando 218.400 dosis de la AstraZeneca.

Esta diferencia en dosis y vuelos fue suficiente para robustecer los argumentos de quienes sostienen los beneficios de contar con una aerolínea estatal, aunque este sea un lujo que le cuesta a los argentinos unos U$S 700 millones al año. “Qué hubiéramos hecho sin Aerolíneas”, suelen repetir quienes defienden la política estatista,  olvidándose que países como Chile o Brasil, que no tienen una aerolíneas del estado, o Uruguay que no tiene una aerolínea ni del Estado ni privada, tienen, proporcionalmente, más vacunados que Argentina.

Lo que nunca se planteó,  por lo menos oficialmente, es qué es más económico para el país,  y si los problemas de logística derivados del desorden en la compra y la disponibilidad del producto, habilita otra alternativa.

Hasta ahora el Gobierno ha evitado informar cual fue el costo para el país del operativo aéreo “vacunas”.  El único dato, oficial, fue haberle reconocido a La Nación +  que tres vuelos generaron, cada uno,  una factura de aproximadamente U$S 300.000.  Es decir que los 13 vuelos de este año a buscar vacunas a China y Rusia insumieron algo así como U$S 3.900.000. Pero si a estos, además, se le suman los 42 vuelos (35 a Shanghái y 7 a Guangzhou) a buscar insumos sanitarios el año pasado la factura por “fletes” ascendería a U$S 16.500.000.

Sin embargo no hay que alarmarse, más allá de lo habitual.  La aerolínea espera este año perder U$S 499  millones, aunque posiblemente sean más. Ni el Estado va a gastar más por estos viajes, ni Aerolíneas Argentina va a recibir más fondos, ya que a más ingresos desde el Estado por facturas, menos subsidios o al revés.  Menos ingresos más subsidios Lo único positivo para las actuales autoridades de Aerolíneas, es que en sus balances  2020 y 2021 podrá  mostrar más ingresos supuestamente “genuinos”, como si hubieran llevado más pasajeros pagos o carga en bodega.  En definitiva, que el que paga es siempre el mismo, y todos saben quién es.

¿Hubiera convenido contratar, como alguna vez se propuso – inclusive desde este espacio- contratar cargueros en vez de utilizar los aviones de pasajeros de Aerolíneas?

Puede que sí, si la logística fuera la de una carga normal, programada, optimizada… Pero aquí, empezando por la improvisación en la compra, la falta de cumplimiento de los  proveedores  y las necesidades políticas de un gobierno convirtieron la “logística de las vacunas” en un caos, incentivado por la  improvisación y la urgencia. Distintos orígenes de la carga, distintas  aeropuertos, distintas exigencias de temperatura, distintos conteiners, distintos envases térmicos, distinta disponibilidades de productos a embarcar, etc. Todo esto hizo que hubieran vuelos para traer 220.000 o 300.000 y otros  500.000, si era de la vacuna rusa, o casi un millón si era de la china.

La urgencia, sanitaria y política, no permitía que un avión pudiera esperar a que se completara una carga que optimizara el viaje. Como una vez que un vuelo salió con 300.000 dosis y menos de 48 horas después otro con 500.000.  Solo una vez a principios de abril, un equipo se quedó en el aeropuerto de Sheremetyevo 48 horas a esperar más carga. Claro, era el momento en que había suficientes dosis como para sostener una semana de vacunación.  Este, junto a otro que llegó dos días antes desde China, fueron los últimos en llegar con vacunas. La política vuelve a crujir.

2 Comentarios

  1. Excelente análisis. Creo que esta importante información debería ser conocida por el público en general por cuanto solo nos enteramos los que tenemos acceso a este buen newsletter. No solo al «gran público» si no a todos los medios o mal llamados «comunicadores» que se llenan la boca hablando pavadas de lo bueno y conveniente que es contar con una «linea de bandera». Lindo orgullo que nos cuesta fortuna a todos los argentinos desde hace décadas. Quiero agregar que -además de los países citados que no cuentan con línea de bandera- tampoco nunca la tuvo quizás el país más poderoso del mundo, los Estados Unidos.

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