En política, es sabido que las malas noticias (los sapos) es mejor darlas en medio de un acontecimiento mayor. Algo que distraiga a la opinión pública, como ocurrió con el anuncio inicial de la compra de un nuevo avión presidencial – cuando ya los dólares escaseaban – en medio del Mundial. El momento elegido era al inicio triunfal de la Selección argentina en Qatar, pero la derrota frente a Arabia Saudita trastocó los planes. Hubo que esperar hasta el triunfo frente a Polonia. Al día siguiente, casualmente, la Decisión Administrativa para la compra del avión se publicó en el Boletín Oficial con la firma de los ministros Sergio Massa y Juan Manzur. El problema, ahora, es encontrar ese momento mágico en que la opinión pública este tan distraída como para indultar cualquier travesura.
Algo de eso debe estar pasando para que el ARG 01, el avión presidencial comprado por Alberto Fernández en un momento dramático por la falta de dólares, no termine de llegar. Ya se aceptó, ya se matriculó, ya se pagó. Pero el avión no llega.
Si bien no hay anuncios oficiales, off the record todas las semanas quienes están involucrados – e interesados – en la operación pronostican su llegada. Pero el Boeing matriculado ARG 01, no aparece.
Mientras tanto el Presidente – y quienes intermediaron en la operación – esperan, ansioso, poder ver despegar el B757 con el mandatario en su interior.
