Las líneas aéreas que operan en la Argentina, obligadas a utilizar los servicios de Intercargo, con excepción de Aerolíneas Argentinas y American Airlines, sufrieron este martes una gran desilusión. La empresa, que asiste a los aviones en tierra en los aeropuertos argentinos, criticada hasta el hartazgo por sus costos pero especialmente por su pésimo servicio, volvió después de dos años y medio de intervención a ser una sociedad anónima del Estado, un 80% en manos del Ministerio de Economía y en un 20% del de Defensa. Pero lo decepcionante para la totalidad de sus clientes, cautivos por cierto, no es el cambio de estatus institucional sino que seguirá conducida por la misma gente que estaba al frente de la intervención: es decir La Cámpora. Tal es así que quien estará a cargo de la intervención, María Cecilia García, será la presidenta de la empresa, en tanto que el vicepresidente será Gaspar Spiritoso, que ocupaba el cargo de gerente de Administración y Finanzas de la compañía intervenida. El directorio se completaría con Pablo Martínez Carignano, gerente de ArBus, una empresa creada el año pasado con una fuerte inversión en buses para trasladar pasajeros y empleados desde y hacia Aeroparque y distintos puntos de la ciudad cuyas unidades invariablemente viajan vacías. «En definitiva, un cambio cosmético que obliga a las aerolíneas a esperar a diciembre para sentarse a discutir con las nuevas autoridades nacionales un nuevo formato: más razonable, más eficiente, más moderno», señaló el titular de una aerolínea integrante de Jurca. La intervención se efectivizó a fines de 2012 bajo el argumento de que existían falencias en la gestión de la empresa que ponían en riesgo la normal prestación del servicio. Ahora se arguyó que los fines perseguidos para la intervención habían sido satisfechos. Los usuarios no opinan lo mismo.
INTERCARGO: UN CAMBIO PARA QUE NADA CAMBIE
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