“Por la razón o la fuerza”. El lema, incluido en el escudo de Chile, pareciera haber inspirado a la interventora de Intercargo, Maria Cecilia García, para obligar a LAN a pagar U$S 18 millones extras al año por servicios de handling, pese a la vigencia de un contrato y a dos resoluciones judiciales ordenando no afectar los servicios de la aerolínea. Sin embargo el viernes a las 18 horas, es decir justo cuando empieza el fin de semana, Intercargo le comunicó a la aerolínea que le suspendía todos sus servicios. Lo que es lo mismo que decir que las medidas cautelares no sirven para nada. La persecución ya había comenzado justo antes del fin de semana largo de Semana Santa cuando les negó el uso de las mangas en todos los aeropuertos. La medida, que a todas luces significaba desobedecer a la justicia, lo que comienza a transformarse en una practica habitual por parte de sectores del Poder Ejecutivo, obligó a LAN a cancelar esa noche 13 vuelos desde Aeroparque y cinco desde Ezeiza que afectaron a unos 8.300 pasajeros. En algunos casos, manteniéndolos como rehenes en el interior de un avión durante dos horas como ocurrió en Bariloche. Ignacio Cueto, vicepresidente ejecutivo de LAN, intentó comunicarse con el ministro de Transportes, Florencio Randazzo, y con la interventora de Intercargo, pero no tuvo éxito. Las negociaciones -que no fueron tales según la gente de LAN- concluyeron a las 4 de la mañana del sábado cuando la empresa no tuvo otra alternativa que pagar inmediatamente U$S 7,5 millones supuestamente adeudados, aceptar el nuevo contrato y desistir de continuar con la acción judicial. “Hubo que firmar -dijeron en LAN- porque no queríamos seguir afectando a nuestros pasajeros ni dañando la reputación de la aerolínea”.
Intercargo malo, nene malo. Nene desobediente. Eso inspira el titular de esta noticia