La puerta perdida y la nueva crisis de Boeing que cala hondo

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Pocas empresas en el mundo podrían haber “sobrevivido” a las tragedias que representaron los accidentes con solo 4 meses de diferencia de los MAX de Ethiopian y de Lion Air años atrás. La compañía pasó meses sin admitir la culpa y un informe del Congreso de Estados Unidos señaló a “una cultura del ocultamiento y la presión de la competencia” como las razones de los dramáticos accidentes. Cuando lo que se pone en riesgo es la reputación de una compañía, es difícil sobreponerse. El gravísimo incidente producido la semana pasada a bordo de un MAX 9 de Alaska Airlines asestó un nuevo duro golpe para el gigante aeronáutico estadounidense.

El domingo 7 de enero, a 16.000 pies de altura (4.877 metros), después de haber partido de Ontario (California) con 171 pasajeros y seis miembros de la tripulación, en el B737 MAX 9 de Alaska Airlines se escuchó una tremenda detonación y una de las puertas de emergencia —que estaba “escondida” tras el fuselaje— salió despedida de la aeronave. Casi milagrosamente el avión pudo aterrizar de emergencia en el aeropuerto de Portland (Oregón) con todo el pasaje a salvo.

Este tipo de despresurizaciones tan violentas suelen ser más frecuentes en aviones antiguos por la fatiga de los materiales, no en los que tienen apenas semanas de funcionamiento.

Ahora todos los Max 9 están varados y en tierra. El banco de inversión Goldman Sachs calcula que hay 218 de estos modelos en servicio. Alaska Airlines opera 65 y United Airlines, 79, dentro de Estados Unidos. “

El aparente problema parece claro. Los pernos que anclaban —y escondían— al fuselaje la puerta cancelada. “Un perno es básicamente un tornillo y el problema podría ser que estaban poco apretados o bien que les faltase un alambre que atraviesa la tuerca para evitar que se desenrosquen por la vibración”, relata un ingeniero basándose en las fotografías publicadas. Y añade: “Es difícil de detectar porque está detrás de un panel, que en teoría no vas a tocar nunca”. Otra opción que estudia la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB, según sus siglas en inglés) es que ni siquiera existiesen tales pernos y que la puerta estuviera sujeta por la diferencia de presión entre el interior de la aeronave y la atmósfera exterior. Una turbulencia fuerte podría provocar el desprendimiento.

La aviación nunca ha estado exenta de este tipo de problemas, pero sí es muy claro que la profusión de vuelos, el crecimiento de la actividad aérea y el uso intensivo de aeronaves que hace que el desgaste sea mayor, están empezando a preocupar a los fabricantes, pero sobre todo a las autoridades que regulan el sector.

En principio, la compañía que manufactura el fuselaje es Spirit AeroSystems, está situada en Wichita (Kansas), sin embargo, el fabricante de aviones completa la instalación en sus plantas a las afueras de Seattle (Washington). Los investigadores revisarán ambas fábricas en busca de posibles defectos de diseño. Los expertos de Barclays calculan que el “impacto financiero” será reducido debido a que la flota es pequeña en los Estados Unidos. Solo supone el 2% de la reserva y el número (actual) de pedidos está limitado a 77. Los principales clientes son Alaska Airlines (27), Greater Bay Airlines (15), Air Algerie (8) y United Airlines (7). En esa trayectoria, Mike Yeomans, director de la consultora aeronáutica IBA, busca sus cielos azules. “Es probable que los aviones en tierra vuelvan a entrar en servicio en los próximos días y semanas a medida que la flota afectada sea examinada y le den el visto bueno para volar”. Sin embargo, algo así añade nuevas dudas sobre la seguridad de una empresa que ha atravesado años de desconfianza. Los encargos del Max 10 —según la firma de datos del sector Cirium son 903— pueden sufrir, por ejemplo, “retrasos en los certificados y esto podría provocar que se cancelen pedidos”, advierte Barclays. La situación más grave es la que atañe a la confianza. Sin ella, ninguna compañía despega. “Vamos a abordar este tema, en primer lugar, reconociendo nuestro error”, dijo Dave Calhoun, consejero delegado de Boeing, en una reunión general en la fábrica de Renton (Washington), donde ensamblan los 737. Y repitió: “Vamos a abordarlo con total transparencia en cada paso del camino”. Pero las buenas palabras se van con el viento. El 6 de febrero comparecerá ante el Congreso Mike Whitaker, el nuevo responsable de la FAA, en medio de las dudas sobre su supervisión de Boeing. “La Administración Federal me ha asegurado que el 737 Max está a salvo; la casi catástrofe de la semana pasada pone en duda esa idea”, zanjó James David Vance, senador republicano. Boeing atraviesa turbulencias.

Mientras tanto, Alaska Airlines ofrecerá a cada pasajero a bordo del vuelo 1282 una compensación de 1.500 dólares. Los pasajeros también recibieron un reembolso completo del vuelo y tendrán acceso a sesiones de asesoramiento tras el desgarrador incidente ocurrido semanas atrás.