Las principales aerolíneas estadounidenses —incluidas American Airlines, United y Southwest— se han unido a fabricantes como Boeing y Airbus para advertir sobre las consecuencias de un proyecto de ley que busca reformar el sistema de pagos con tarjeta en EE. UU. Según sostienen, la iniciativa podría desmantelar los programas de recompensas con tarjetas de crédito, fundamentales para millones de pasajeros frecuentes y una fuente clave de ingresos para las compañías aéreas.
El proyecto en cuestión, denominado Credit Card Competition Act, fue impulsado por los senadores Dick Durbin (D-IL) y Roger Marshall (R-KS). Su objetivo es fomentar la competencia en el ecosistema de pagos, obligando a los comercios a aceptar múltiples redes más allá de Visa y Mastercard. Según sus promotores, esto reduciría las comisiones que los comerciantes pagan por cada transacción y, en teoría, abarataría los precios para los consumidores.
Sin embargo, el sector aerocomercial ve un panorama muy distinto. En una carta enviada al Congreso, las aerolíneas y sus aliados aseguran que la nueva normativa afectaría directamente el modelo que sostiene los programas de tarjetas co-brandeadas, a través de las cuales los bancos compran millas a las aerolíneas para ofrecérselas como recompensa a sus clientes. “Si se reducen las comisiones por transacción, se recorta también el presupuesto que financia esos beneficios”, explicó Julian Kheel, CEO de la plataforma Points Path, especializada en viajes con puntos.
Actualmente, más de 31 millones de estadounidenses utilizan tarjetas de crédito con recompensas asociadas a viajes. En 2023, el 57 % de las millas acumuladas por viajeros frecuentes provino del uso de estas tarjetas, y se estima que unos 16 millones de vuelos domésticos se realizaron gracias a puntos obtenidos de esta forma. La eliminación o debilitamiento de este modelo tendría un efecto en cadena: menor fidelización, caída en la demanda de vuelos y una presión creciente sobre las tarifas aéreas.
“El impacto sería sistémico”, advierte la misiva de las aerolíneas. “Sin estos ingresos, muchas compañías tendrían que ajustar su estructura tarifaria, ya que hoy los programas de tarjetas generan tanto o más dinero que la venta directa de boletos”. Esto cobra relevancia en un contexto donde la rentabilidad de los vuelos, especialmente en el mercado doméstico, depende cada vez más de los ingresos complementarios.
El antecedente más cercano es la enmienda Durbin de 2010, que impuso topes a las comisiones en tarjetas de débito. Como consecuencia, los bancos eliminaron casi todos los programas de recompensas vinculados a débito, un precedente que las aerolíneas consideran preocupante si se aplicara ahora al crédito.
Del lado contrario, el senador Durbin insiste en que su propuesta permitirá ahorrar hasta 15.000 millones de dólares anuales en comisiones y acusa a las aerolíneas de operar como “empresas de tarjetas de crédito que también vuelan aviones”. El debate está abierto y aún no hay fecha para su votación en el Congreso.
Mientras tanto, el sector aerocomercial redobla su presión para frenar la ley, advirtiendo que una modificación en las reglas del sistema de pagos podría transformar radicalmente la experiencia del viajero frecuente tal como se la conoce hoy.