La estadística es alarmante: en lo que va del año quebraron cuatro aerolíneas y otras nueve lo hicieron el año pasado. Pero, además, muchas otras han reducido su personal o han tenido que implementar planes de ahorro. El sector aéreo en general está enfrentando un período de incertidumbre debido a diversos factores que se han ido acumulando desde el inicio de la pandemia de Covid-19, a pesar de que cada compañía presenta sus propias particularidades. La pandemia golpeó duramente al sector aéreo, causando una disminución significativa en los vuelos comerciales a nivel mundial y generando pérdidas millonarias para las compañías aéreas. Durante varios meses, muchas empresas tuvieron dificultades para mantener operaciones aéreas nacionales o esenciales, a medida que sus ganancias disminuían notablemente. A pesar de que la industria de viajes está mostrando signos de recuperación, las aerolíneas siguen sin poder recuperar los niveles de rentabilidad que tenían antes de 2020.
En los últimos años, los costos operativos han aumentado significativamente, incluyendo el precio de los combustibles, el mantenimiento y el arrendamiento de aeronaves. Este incremento ha tenido un impacto negativo, especialmente en las aerolíneas de bajo costo y en las compañías regionales. La falta de liquidez en muchas aerolíneas se ha visto agravada por las deudas acumuladas durante los años de pandemia y la recuperación lenta. En tiempos de crisis, las fusiones y adquisiciones suelen ser una táctica popular, aunque sus resultados no son siempre favorables. Contar con la ayuda de terceros para obtener financiamiento o mantener la estabilidad operativa puede ser una estrategia arriesgada que no garantiza los resultados deseados, sobre todo en un sector tan susceptible a cambios económicos inesperados.
Las dificultades para muchas aerolíneas se han visto intensificadas por la alta competencia en el mercado de bajo coste. La necesidad de mantener precios bajos y atraer a más clientes ha dificultado la capacidad para generar beneficios adecuados y hacer frente a situaciones imprevistas. En naciones con economías en desarrollo, donde los viajeros buscan opciones más económicas, las aerolíneas compiten por atraer a una clientela con recursos limitados. En los últimos dos años, las aerolíneas de bajo coste han sufrido un gran impacto, teniendo que disminuir su flota e incluso suspender sus servicios.