Vino la FAA, como estaba previsto, y le dejó a la ANAC tarea para hacer: deberá solucionar 60 problemas en apenas dos meses si no quiere perder la Argentina la Categoría 1

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La visita era esperada – lo que no quiere decir deseada – para esta fecha: abril o mayo. Pese a la benevolencia durante la administración anterior, la que encabezaba Paola Tamburelli, varios ítems quedaron pendientes aún después de la auditoría de la OACI, cuyos resultados iban a ser inexorablemente tomados por la inspección, ahora de la Federal Aviation Administration (FAA) de Estados Unidos, que llegó la semana pasada. Al despedirse, dejó una lista de 60 ítems que deberán estar resueltos en un plazo no mayor a 65 días. El riesgo es la baja a la Categoría 2 para la aviación argentina, una muy mala noticia para toda la actividad.

Para entender el problema es importante señalar que la Categoría 1 se otorga cuando el país evaluado cuenta con las regulaciones necesarias para sostener la certificación y supervisión operativa de las aerolíneas, en concordancia con estándares internacionales de máxima seguridad, en cuanto a mantenimiento, adiestramiento de personal y de tripulaciones aeronáuticas, así como su estado psicofísico e idoneidad. También indica que las autoridades aeronáuticas realizan vigilancia permanente sobre las operaciones aéreas. El organismo que se encarga de inspeccionar la seguridad aérea es la Federal Aviation Administration (FAA) de Estados Unidos. Argentina ya vivió las consecuencias de una baja a la Categoría 2 en 2002, durante el gobierno de Eduardo Duhalde.

Si bien estas inspecciones son estrictamente técnicas, la política y/o la diplomacia inciden, no para obviar temas graves sino para encontrar soluciones. De esta visita – como ya ocurrió con México y República Dominicana – quedó una recomendación de parte de la Embajada de los Estados Unidos, de contratar un team especializado – rentado, obviamente –  para que ayude a poner las cosas en orden en estos 65 días.

Otro tema que puso en alerta a muchos ex, actuales y futuros funcionarios son las conclusiones de la auditoría de la OACI durante la gestión anterior, cuyos resultados que no eran vinculantes, si podían ser tomados en cuenta por esta inspección.

El equipo de la FAA que viajó a Buenos Aires, lo integraban:

  • Louis Álvarez (Team Leader)
    Jacqueline Serrao (Law Division)
    William Taylor (Airworthiness Inspector)
    Jaime Insurriaga (Airworthiness Inspector)
    Julio Arizmendi (Operations Inspector)
    Randall Wright (Operations Inspector)
    Proma Taludker (Observer)
  • Louis Álvarez (Team Leader)
    Jacqueline Serrao (Law Division)
    William Taylor (Airworthiness Inspector)
    Jaime Insurriaga (Airworthiness Inspector)
    Julio Arizmendi (Operations Inspector)
    Randall Wright (Operations Inspector)
    Proma Taludker (Observer)

Los resultados de la auditoría habrían mostrado que mientras en tres ítems -aeródromos, investigación de accidentes y licencias – se estaba por arriba del promedio global, Legislación, Organización, Operaciones, Aeronavegabilidad y Servicios de Navegación Aérea, estaban por debajo de los promedios mundiales. Es más, en algunos casos como Organización (41,16% vs.70,80% del promedio global), Operaciones (37;28% vs. 70,61%) y Servicios de Navegación Aérea (37,70% vs. 65,21%), estaban muy por debajo.

Quienes conocen de cerca las idas y venidas de la FAA, aseguran que hubo intentos diplomáticos por demorar la actual inspección, pero que la Embajada de Estados Unidos se excusó con que ya se habían producido tres postergaciones el año pasado. En otras palabras, que ni bajo el explícito nuevo alineamiento de este gobierno lo podían pedir.

La consecuencia de la actual visita es que la ANAC, y el resto de los organismos, deberán solucionar 60 problemas en dos meses para no perder la categoría 1. La buena predisposición política, reconocen desde el gobierno, está. Ahora falta que hablen – o trabajen – los técnicos argentinos.