Cuando en el mercado de esperaba una mayor tensión, especialmente por el compromiso del nuevo ministro de Economía de reducir los subsidios a las empresas del Estado y acomodar el equilibrio fiscal, el gremio de pilotos necesitó menos de 72 horas para que la empresa aceptara abrir la cartera. Apenas tres días después de la asamblea “informativa” que generó el lunes 60 vuelos cancelados, 6000 pasajeros afectados y la amenaza de nuevas medidas este fin de semana largo.
Es cierto que no les dieron todo lo que pedían, 20% de aumento, pero casi: un 17% retroactivo dividido en dos meses de 8% en julio y agosto. Pero lo interesante es que con este reajuste los empleados de la aerolínea estatal habrían conseguido un incremento salarial del 68,1% para el periodo octubre 2021-septiembre 2022. Un incremento que muchos sindicatos envidian, y ni hablar los jubilados.
Nada se dijo sobre los otros puntos reclamados, como convenios marco por actividad, implementación de bandas tarifarias – que afectan directamente a la competencia –, la reinserción de pilotos despedidos por otras empresas – promesa de campaña de Biró – y el ingreso de 150 nuevos pilotos a Aerolíneas, aunque no se necesiten ahora.
El acuerdo firmado este jueves beneficia no solo a APLA (pilotos) sino también a APA (personal de tierra) y UPSA (personal superior). ¿Por qué no firmó APTA (técnicos) que también integra el cuarteto de “gremios aeronáuticos”? Según dijeron, porque aún hay temas por acordar. Se entiende que se trata de puntos convencionales, a veces más importantes para el trabajador que el monto del ajuste.
El otro gremio de los cinco grandes que reinan en Aerolíneas es AAA (tripulantes de cabina de pasajeros), que suele negociar por separado pero que no se queda atrás en cuanto a beneficios.
