Una tormenta perfecta genera miles de cancelaciones y amenaza frustrar la recuperación de la demanda

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No, no se trata de una cuestión climática. La idea de una tormenta perfecta es simplemente una parábola para ilustrar una complicada alineación de elementos negativos. Un incremento de contagios de Covid entre el personal aeronáutico, ausencia de personal y reclamos salariales está complicando la recuperación de las aerolíneas y amenazan un verano boreal turístico que prometía ser muy positivo. El problema de origen fue la pandemia: ante la parálisis de los ingresos que supuso el cierre de los cielos y las fronteras, las líneas aéreas y los aeropuertos se abocaron a la tarea de reducir sus costos fijos y las nóminas de trabajadores pesaban duramente sobre las estructuras de costo (casi el 30% de los totales). La velocidad de la recuperación sorprendió al sector. Y cuando las empresas aeronáuticas fueron a buscar nuevamente al personal, este ya no estaba allí. Había conseguido otros empleos acaso más redituables, acaso más estables. En los principales aeropuertos franceses, el déficit de personal hoy alcanza los 4 mil trabajadores. En Alemania, esa cifra trepa a los 5 mil empleados. Por eso los aeropuertos londinenses de Heathrow y Gatwick han decidido limitar sus operaciones a 825 vuelos diarios durante julio y 850 para agosto. Del otro lado del Canal de la Mancha, en Ámsterdam, el aeropuerto de Schipol ha limitado las operaciones a 67.500 pasajeros diarios para julio y 72.500 para agosto. Esto supone rechazar un promedio de 13.500 pasajeros mensuales. Por esto Easyjet canceló más de 700 vuelos durante junio, el grupo Lufthansa eliminará 3.700 vuelos durante julio y agosto. Y, por si fuera poco, Ryanair, Easyjet, British Airways y Brussels Airlines enfrentan huelgas de personal, que reclama recuperar los niveles salariales de la prepandemia.

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