Mientras los controladores aéreos enrolados en la Asociación Técnicos y Empleados de Protección y Seguridad a la Aeronavegación (Atepsa), que amenazaban con medidas de fuerza que iban a afectar inicialmente a vuelos privados y taxis aéreos y luego a vuelos comerciales, ingresaban esta semana en un período de conciliación obligatoria, son ahora los gremios aeronáuticos (UPSA, APA, APTA y APLA) los que iniciaron una ofensiva para obtener de Aerolíneas Argentinas e Intercargo un incremento salarial con un piso del 40%, a cuenta de la paritaria 2020 que aún sigue abierta.
En las negociaciones con la empresa, los delegados escucharon argumentos basados en las dificultades financieras y operativas que enfrentan ambas empresas, y recibieron propuestas salariales que fueron “categóricamente” rechazadas al señalar que no guardan relación con la pérdida de poder adquisitivo registrado, ni con la inflación proyectada para los próximos meses. “Hemos sido sumamente prudentes en cada paso que dimos; más aún, cuando las paritarias deberían haber estado cerradas desde hace meses. Sin embargo, no vamos a aceptar que pretendan seguir deteriorando nuestros ingresos”, indicaron los sindicatos.
Habitualmente las paritarias en Aerolíneas se realizaban entre agosto y septiembre y comenzaban a tener aplicación a partir de octubre, pero desde el año pasado, por la pandemia y la no actividad aérea, tanto en cabotaje como en internacional, la discusión salarial se fue postergando hasta ahora.
El reconocimiento por parte del presidente y CEO de Aerolíneas, Pablo Ceriani, sobre que la empresa está operando a un 20% de su capacidad fue interpretada por algunos dirigentes gremiales como un mensaje hacía las paritarias y hacía las pretensiones de los sindicatos de una actualización salarial del 40% o más.
Los gremios saben – también la empresa y el gobierno – que éste no es un buen momento frente a la opinión pública como para encarar medidas de fuerza que afecten la escasa operación de las compañías. Pero tampoco ignoran los viejos dirigentes de los gremios tradicionales de ambas empresas, cercanos además al actual gobierno, que los sectores gremiales de izquierda saben cómo aprovechar esta debilidad.