Aerolíneas Argentinas informó esta semana que durante el 2019 ahorrará 20 millones de litros de fuel, lo que equivale a U$S 12 millones. Para ello la compañía habría puesto en marcha distintas alternativas para volver más eficiente uno de los aspectos que más influyen en su estructura de costos, dado que el gasto en combustible representa alrededor del 30% del presupuesto anual de la compañía. Un beneficio adicional, aunque no menos importe, es que esto implica una fuerte reducción en la emisión de dióxido de carbono (49 millones de kilogramos). Desde 2017, la empresa lleva adelante un proyecto denominado “Programa de Eficiencia de Combustible” compuesto por distintas iniciativas tendientes a la reducción del consumo del combustible aéreo. Entre ellas el Tankering, que implica cargar el combustible necesario para realizar ambos tramos en el aeropuerto de salida, siempre que el precio resulte conveniente, el uso de GPU fijos en aeropuertos en lugar del APU del avión que consume gran cantidad de combustible o el emplear sólo un motor cuando el avión ha aterrizado en destino y se encuentra trasladándose hacia su lugar de estacionamiento. Algunas de estas iniciativas no son nuevas en Aerolíneas y Austral, ya que fueron ensayadas en distintas etapas de la compañía como, por ejemplo, en 1993/1994 cuando la consultora internacional McKinsey & Company desarrolló, a pedido de Iberia, un ambicioso programa de reducción de gastos denominado AVA (Activity Value Analysis). ¿En qué quedaron esas iniciativas?
