AHORA TODOS SOMOS LOW COST…

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Se puede decir que las low cost -o algo parecido- nacieron en Estados Unidos de la mano de Southwest Airlines a fines de los 60. Hoy la empresa se mantiene como la que más pasajeros transporta dentro de su país. El modelo, algo después, se extendió por el mundo, pero fue en Europa donde más aceptación tuvo y donde se desarrollaron las empresas más agresivas. Hasta ahora eran aerolíneas que operaban distancias cortas, aunque el modelo comienza hoy por hoy a trasladarse al largo radio. Para el público, low cost significa tarifas bajas -en algunos casos ridículamente bajas para quienes no tienen pretensiones- y donde se paga solo por lo que se usa (bebidas, equipaje, auriculares, ubicación en el avión, etc.). Su desarrollo en Latinoamérica fue lento y escaso y solo hizo pie en los últimos años en México y, en menor medida, en Colombia. Eso no fue una limitación para que algunas empresas, nuevas o ya instaladas, pasaran a autodefinirse como «Low Cost», usando el concepto simplemente como una estrategia de marketing. Como sinónimo de tarifas bajas pero sin cumplir con ninguna de las condiciones que requiere el modelo. El riesgo para estas empresas travestidas es que el público las termina asociando con una «empresa barata» que ahorra, quizás, donde no tiene que ahorrar. La Argentina ha recibido en las últimas semanas la visita de los máximos ejecutivos de empresas como Ryanair (Declan Ryan), Norwegian (Bjorn Kjos) y Flybondi (Julian Cook, fundador de Flybaboo) con proyectos para entrar al mercado local con una low cost. (Ver nota completa)

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