ARGENTINA: ESPECULACIONES DE LOS MEDIOS POR AUMENTO DE TARIFAS

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Hace rato que un ticket aéreo dejó de costar lo mismo a dos pasajeros que vuelan en la misma compañía, el mismo día, a la misma hora y al mismo destino. En definitiva, que no hay una tarifa sino varias para un mismo asiento. Todo depende de la mayor o menor ocupación de ese vuelo al adquirir el pasaje. La semana pasada, al conocerse la decisión de las autoridades argentinas de eliminar las tarifas máximas de referencia los medios, calculadora en mano, salieron a estimar el porcentaje de aumento. Hablaron de subas de hasta un 30% (algunos sin el “hasta”) o de un promedio de entre el 13 y el 15 por ciento. Pero este cálculo solo tiene vigencia el tiempo que dura el diario. El Decreto 294 que eliminó las “tarifas máximas” (las mínimas se mantienen para evitar posible dumping) fue bien recibido por todas las aerolíneas. Especialmente por Aerolíneas Argentinas, que busca reducir el rojo heredado mejorando los ingresos, como en este caso, o bajando los costos de comercialización como fue la baja de comisiones a las agencias y otros incentivos de hace dos semanas. El último ajuste de tarifas (16%) había sido en diciembre de 2014. Durante la gestión kirchnerista la fijación de las tarifas fue una herramienta que el gobierno utilizó para lacerar a las líneas aéreas privadas y beneficiar a Aerolíneas, asistida por subsidios. Los aumentos generalmente se otorgaban por presión de las empresas de micros. El Grupo Marsans, al margen de sus propios errores, sufrió los rigores de esta política hasta que “soltó” a Aerolíneas. SOL suplicó en diciembre de 2014 un subsidio a través de la compañía estatal porque estaba obligada a vender por debajo de sus costos de explotación. Según cuentan en el sector, Néstor Kirchner le había ofrecido a una muy reconocida low cost latinoamericana ingresar al mercado argentino. Enfrente estaba Marsans. Los empresarios vinieron, estudiaron el mercado y preguntaron cómo se fijaban las tarifas. Les dijeron: “el gobierno, a su criterio”. Se fueron antes de entrar. “Es como que te inviten a poner un quiosco pero con la posibilidad de que te obliguen a vender las golosinas por abajo del costo del mayorista”, ejemplifica un empresario que durante años sufrió los efectos de esta política.

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