La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) expresó su descontento con el anuncio de la Administración Biden sobre su esquema de compensación para retrasos y cancelaciones de aerolíneas. Esto ocurre a pesar de que esquemas similares en la Unión Europea y Canadá han demostrado ser completamente ineficaces para reducir los retrasos o cancelaciones subyacentes, la mayoría de los cuales están fuera del control de las aerolíneas.
Las aerolíneas ya cuentan con políticas establecidas para apoyar a los pasajeros en caso de interrupciones y tienen todo el interés en limitar los retrasos. En Europa, la regulación EU261, en la que se basa la propuesta del Departamento de Transporte (DOT), cuesta a las aerolíneas más de $5 mil millones al año. Estos costos continúan aumentando y, en última instancia, son asumidos por los consumidores a través de tarifas más altas y menos opciones.
Estados Unidos tiene una de las industrias aéreas más dinámicas y competitivas del mundo, facilitada por la visionaria Ley de Desregulación de Aerolíneas de 1978. En lugar de aumentar el costo de los viajes para los pasajeros al revertir la desregulación que ha democratizado los viajes aéreos, el Gobierno de EE. UU. debería concentrar su atención en abordar las causas de los retrasos y cancelaciones que están bajo su control, como el sistema de control de tráfico aéreo subdimensionado y obsoleto.