Que se entienda claramente: la supervivencia misma de Southwest Airlines no está puesta en duda, al menos no en el.corto plazo. Pero sí está `puesto bajo discusión su modelo en general y algunos aspectos esenciales de èl. Por lo pronto, de modo más cerca y terrenal, hay una lucha de poder interna. Uno de los principales accionistas, el fondo de inversiones Elliott Management, de Paul Singer, pretende remover a toda la conducción de la compañía. A esto se resisten los ejecutivos actuales, liderados por su CEO, Bob Jordan. Curiosamente, ambas partes coinciden en que hay que aplicar cambios: el modelo que llevó adelante la aerolínea durante todos estos años, sin apartarse, parece agotado o dar muestras de agotamiento. Los dos elementos hoy más discutidos son el nivel de servicio universal y la adjudicación de asientos. La discriminación de clases de servicios es un elemento importante en la facturación e ingresos de las empresas en la actualidad. Por otra parte, si bien durante décadas, el otorgamiento de asientos específicos aceleró los tiempos operativos y facilitó los vuelos cortos, no es menos cierto que hoy son los menos requeridos. El pasajero apuesta hoy por rutas medias y largas, donde la posibilidad de elegir asiento se vuelve más relevante. Hay dos claves en toda esta cuestión. Cabe recordar que Southwest fue rentable desde su nacimiento y por 47 años consecutivos: solo la pandemia rompió ese ´récord. El otro tema central es que, como Jordan destaca, el diferencial de la empresa no residió en cómo hacía las cosas, estrategias y medidas que en definitiva eran y son copiadles, sino en la cultura interna de trabajo, inigualable y comprometida. Allì residió siempre la gran singularidad de Southwest y hoy ese es uno de los aspecto a recrear. Al parecer Jordan y Elliott Management coinciden en el sentido mismo de los cambios, pero no en la velocidad con la cual aplicarlos.