Mientras que aquí la Justicia y el Gobierno lo tuvieron durante 18 meses retenido (inclusive con la tripulación venezolana/iraní alojada en un hotel de la zona de Ezeiza), en Estados Unidos a la semana de llegar descendió a la categoría de chatarra en el Aeropuerto Dade-Collier, de La Florida.
El Boeing 747-300, adaptado como carguero, aterrizó en Ezeiza en junio de 2022 porque necesitaba combustible y ninguna petrolera, inclusive de Paraguay y Uruguay accedió a suministrarle el fuel que necesitaba ya que la aeronave estaba sujeta al complejo sistema de sanciones de los Estados Unidos por supuestas actividades terroristas internacionales. Nunca hubo una explicación coherente de cuál era el motivo del viaje original a la Argentina.
A bordo, había 14 venezolanos y cinco iraníes. Supuestamente tripulantes.
Antes que la nave pasara a manos, supuestamente venezolanas, había pertenecido a la aerolínea iraní Mahan Air, compañía sospechada por Washington de haber apoyado a las Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, identificada por Estados Unidos como una organización terrorista.
El juez federal Federico Villena, de Lomas de Zamora, que tiene la jurisdicción sobre el aeropuerto internacional de Ezeiza, aceptó a principios de enero la solicitud de los Estados Unidos, lo que permitió que el avión despegara rumbo al norte.
Después de algunos ajustes y revisiones técnicas, el avión despegó desde Ezeiza con tripulación estadounidense a mediados de febrero. Hace una semana, ya es chatarra.
“Fuimos informados de un acto vil, criminal, indignante: en un aeropuerto de Miami, en la Florida, el imperio gringo vengativo, perverso, con toda su maldad, procedió a descuartizar el avión de Emtrasur, el avión de Conviasa que nos habían secuestrado”, dijo Nicolás Maduro durante una movilización en Caracas. “Le quitaron el color de la bandera, (…) le borraron el nombre de Emtrasur y luego lo descuartizaron y lo picaron a pedazos”, continuó el dictador.
