Uno de los argumentos utilizados para justificar la compra de un nuevo avión presidencial y que el mismo justamente fuera un B757-200, era la posibilidad de que el Presidente y su comitiva pudiera llegar a prácticamente cualquier destino de Europa, sin necesidad de hacer molestas escalas intermedias.
Pero el último viaje de Alberto Fernández a Bruselas, esta semana para participar de la cumbre entre la CELAC y la Unión Europea, demostró que no es tan así: a la ida el avión debió hacer una escala en Sevilla y a la vuelta en Recife, en el noreste de Brasil.
Esto es algo que ya había adelantado Boeing y que Presidencia lo sabía