La historia del Acta Perdida – que no estaba tan pérdida, solo que era visible solo para elegidos – no era otra cosa que un documento firmado entre un funcionario y el responsable de Calidad de la empresa – donde se consignaba una serie de irregularidades – básicamente de orden interno – que la empresa debía solucionar y que era parte del mal servicio (cancelaciones y demoras) que la low cost venía arrastrando desde hacía un tiempo.
El acta, rescatada del cesto de la basura después que la “superioridad” ordenó destruirla, se convirtió en un salvoconducto para quien había hecho la inspección: “yo lo dije y hasta lo dejé por escrito”.
Lo que termina por exponer el episodio del “Acta perdida” son las diferencias entre los integrantes del Transporte, Aerocomercial, y ANAC donde todo no parece ser armonía ni unanimidad de criterio.
Pero volviendo al paciente, concretamente Flybondi y sus cancelaciones y demoras, era evidente que el servicio desde hacía un tiempo dejaba mucho que desear.
Desde la empresa, siempre en off, responsabilizaban al gobierno de turno que no terminaba de entender que los pagos a lessor, talleres, proveedores de repuestos e insumos, seguros con en dólares constantes y sonantes en el momento. El problema, dejan trascender, fue especialmente grave durante el 2023 donde la predisposición hacia la empresa era cero o menos cero, pero también en el 2024 donde los funcionarios, sí bien entienden el funcionamiento de la industria, acompañan a las empresas y llegan a acuerdos, pero llegado el momento de girar los dólares al exterior la voz del Gran Hermano suele pronunciar su frase favorita: “No hay plata”.
Lo concreto es que la empresa, que además suele seguir el manual del buen low cost con un programa súper ajustado de vuelos, sabe que el estornudar de un avión genera una cadena generalizada de resfríos. Esto llevó, sin ser epidemia, a que la compañía en un momento tuviera 12 aviones inoperativos y solo 7 volando. Problemas que aun recurriendo a la contratación de 4 aviones por el sistema de wet lease (incluye avión, tripulantes, mantenimiento, seguros, etc.), no pudo zafar.
Recursos, el de traer aviones todo incluido, que tampoco evitaron los rigores del Gran Hermano.
Producto del mal servicio (demoras y cancelaciones) – pese a que muchos pasajeros no se quejan por aquello de “si pagué barato no puedo pretender que me den el servicio de Lufthansa” – y la advertencia de los técnicos e inspectores, las autoridades ordenaron una inspección a los talleres de la empresa en Ezeiza, donde si bien no se detectaron fallas graves, como para generar un incidente o accidente, si se reveló desorden lo que llevó a las autoridades a suspender la habilitación temporaria del taller. Hacer reparaciones allí, aún menores y que no impliquen riesgo, es considerado sin embargo una falta grave que puede llevar a la clausura definitiva del taller o a que sus responsables deban responder ante la justicia.
Si bien en la empresa nadie quiere hablar en on, posiblemente para no empeorar la relación con las autoridades, trascendió que las novedades consignadas por los inspectores fueron rápidamente solucionadas – poner en orden los almacenes, por ejemplo –, la rehabilitación del taller se demoraba pese a la promesa de pronta resolución por parte de los funcionarios. Demoras que agravaba aún más la puesta a punto de los aviones. Fue entonces que un avión pasó por allí – desde la empresa dicen que esto fue por la demora en la rehabilitarse el taller y que se trataba de un tema menor que no hacía a la seguridad – lo concreto es que eso terminó por colmar el vaso por lo que la Secretaría de Transporte acabó por intimar a la empresa esta semana a presentar un “plan correctivo de sus operaciones para reducir “drásticamente” las cancelaciones de los vuelos”.
“De no cumplir con este requerimiento dentro del plazo establecido – dice la intimación-, Flybondi será objeto de un sumario, con la consecuente multa económica. A su vez, si el elevado número de cancelaciones persiste, se tomarán mayores medidas para la prestación de un servicio de calidad y la protección de los derechos de los pasajeros que acceden a los pasajes”.
Desde Flybondi le dijeron a Aviación News que el plan había sido presentado mucho antes de que venciera el plazo fijado por Transporte.
Lo que es evidente es que, entre el Acta perdida y luego hecha pública, y las acusaciones entre los funcionarios y la empresa, se terminó por dañar una relación que había sido muy buena – en los visible, por lo menos – y que instalaba a Flybondi como una de los salvavidas para mantener, aunque sea en parte, la aviación funcionando en el caso en que Aerolíneas o los gremios aeronáuticos pararan sus operaciones.
Pero hay más. Una luz roja se acaba de encender en el tablero de Flybondi en Inglaterra, es decir donde está radicada la sociedad y los accionistas como Flybondi Limited. Según trascendió la empresa madre donde convergerían los verdaderos dueños de la empresa argentina acaba de ser intimada por las autoridades locales ya que hace dos años no presenta balances.
Mientras dure el monopolio déficitario,militante,corrupto,gremial,….es imposible que pueda funcionar ,líneas aéreas que puedan cubrir las necesidades de Argentina