El jueves de la semana pasada el presidente de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde esperaba en Aeroparque la llegada del pasajero 7 millones, la misma cantidad a esta altura, dijo el funcionario, que en todo el año pasado. El favorecido resultó ser un médico puntano que arribó de San Luis en el vuelo de Austral 2487. Pero la felicidad nunca es eterna. Un rato después del mediático recibimiento, Recalde recibió al aviso de que dos aviones, uno de Austral y otro de Aerolíneas, se habían rozado -y algo más- en la plataforma. La causa, aparente, sería la falta de un señalero que debía ser provisto por la empresa, también del Grupo Aerolíneas, Aerohanling. Es cierto, como dijo Recalde, que fue un incidente que no puso en riesgo a los pasajeros. Aunque el funcionario aprovechó también para responsabilizar a la saturación del aeropuerto por el hangar que LAN defiende en la justicia. Aunque en este caso es al revés. Si esta última empresa se ve obligada a mudar sus talleres a Ezeiza pero manteniendo las operaciones de cabotaje, en realidad va a necesitar mucha más plataforma y turnos por sus operaciones en ferry diarias entre ambos aeropuertos.
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