Mala época para una aerolínea que nació cuando no había oferta y las provincias estaban dispuestas a garantizarle económicamente a quien quisiera volar, un determinado nivel de ocupación. Quizás el caso más emblemático haya sido el de Salta con Andes en junio de 2006. Una semana después de levantar sus vuelos desde Jujuy por una deuda que la provincia acumulaba en el pago de la complementación, la compañía anunció que baja de seis a tres frecuencias semanales sus vuelos desde la provincia que la vio nacer: Salta. Así desde el primer día de mayo la aerolínea “salteña” pasó a volar solo los lunes, miércoles y viernes esa ruta, supuestamente durante mayo y junio, meses de baja, para retomar la programación normal en julio. La decisión estaría relacionada con una combinación explosiva para cualquier aerolínea: una caída en la demanda estimada en un 8% respecto a hace un año y sobreoferta de vuelos. La consecuencia de manual es un muy bajo nivel de ocupación (63% general en abril). A eso se le suma una pelea a través de afiches en la calle y avisos en los diarios para ver quien ofrece, entre Aerolíneas Argentinas, LAN y Andes, la tarifa más baja. Aunque la pelea se da en el piso de lo que permite la banda tarifaría. Lo llamativo – o la confirmación de que la rentabilidad no es una variable que le preocupe – es que pese a la caída de la demanda, la baja ocupación y las flacas tarifas, Aerolíneas sumó una nueva frecuencia, por lo que ahora son seis los vuelos diarios de esta empresa entre Buenos Aires y Salta
