El tema privatización de Aerolíneas Argentinas es prioritario ahora para el Gobierno, con un Javier Milei a la cabeza
Como en la turbulencia ligera en aire claro, a algunos movimientos lo suceden instantes de calma y así sucesivamente. Eso pareciera estar viviendo estos días el conflicto por el futuro de Aerolíneas Argentinas. El gobierno, que está demostrando estar dispuesto a ir a fondo – aunque no hay absoluta claridad en qué dirección; “ya habrá tiempo” suponen – se tomó un respiro, lo mismo que los dos gremios más intransigentes, como APLA (pilotos) y AAA (tripulantes de cabina) que fueron quedando solos en la medida en que el resto de los gremios aeronáuticos, más inteligentes y experimentados, decidieron aceptar lo que les ofrecen y suspender, como durante la turbulencia, “el servicio” hasta que calme. Siempre habrá tiempo para reclamar lo que recibieron los otros, por lo menos en Aerolíneas, nunca sobre lo que no recibió nadie. Saben los gremios, además, que hoy el viento no sopla ni con la misma fuerza ni en la misma dirección que en 2001/2002, cuando quienes administraban Aerolíneas y Austral eran “desprestigiados empresarios extranjeros”, y que aún hay privilegios- justificados o no, merecidos o no, propios de la industria o no - que no se conocen y a los que sus compatriotas aún en relación de dependencia están lejos de acceder. Bajar la velocidad suele ser lo aconsejable frente a la turbulencia.
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