Nadie lo sabe por ahora y nadie quiere arriesgar un número. Al margen de los juicios como consecuencia de los accidentes si se confirma responsabilidad del fabricante (cada vez surgen más evidencias de similitudes entre ambos siniestros), los reclamos de las aerolíneas por haber tenido que dejar sus aviones en tierra, vaya a saber hasta cuando, los cambios en el avión suponiendo que los problemas trascendieran el software, la posible demora en las entregas y la pérdida de confianza de los pasajeros en el avión, Boeing deberá enfrentar ahora clientes que dan marcha atrás con sus pedidos. Empresas como Garuda Indonesia y LCC Lion Air ya anticiparon estar reconsiderando sus órdenes de Boeing 737 MAX. No son las únicas. Boeing tiene pedidos de 80 clientes por 4.600 aeronaves de este modelo. Implica tener comprometida la producción por siete años. Eso suma un negocios de casi 600 mil millones de dólares. Los B737 representan el 80% de las ventas de la empresa. Es arriesgado, por lo tanto, estimar a esta altura cuáles serán los daños económicos para el fabricante. Analistas especializados estiman que si se llegara a paralizar la producción y entrega de estos aviones durante dos o tres meses con motivo de esta situación se registraría una caída de un 5% de los ingresos de la compañía para 2019. Es apenas un dato
