¿SE PUEDE HABLAR DEL MEJOR AÑO DE LA HISTORIA CUANDO LA INDUSTRIA PERDIÓ ENTRE 350 Y 400 MILLONES DE DÓLARES?

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Esta semana el Ministerio de Transporte distribuyó un informe, muy bien diagramado, dando cuenta de los resultados del año pasado en el sector. Y lo tituló, como viene ocurriendo desde hace algunas semanas, “2018 fue el mejor año de la historia”. Es evidente que la euforia tiene que ver con la cantidad de pasajeros transportados (29,1 millones de viajeros en vuelos domésticos e internacionales, lo que representa unos 7,2 millones más que en 2015), la llegada de tres nuevas compañías, el crecimiento muy importante del tráfico entre ciudades del interior y de estas al exterior, el monto de las inversiones en infraestructura aeroportuaria y la apertura en general. Todos logros, no hay duda, muy meritorios como para justificar el folleto. ¿Pero se puede hablar del mejor año de la historia cuando el conjunto de las aerolíneas que operan como argentinas perdieron el año pasado entre 350 y 400 millones de dólares y ninguna exhibe números que no sean rojos? Esto, mientras las aerolíneas integrantes de IATA o las latinoamericanas enroladas en ALTA muestras en conjunto números positivos. La cantidad de pasajeros transportados es importante. Pero desde la desregulación de la aviación en el mundo en 1978, lo que importa son los balances. Lo que vale no es cuantos pasajeros llevo sino a cuanto los llevo.