En enero las compañías involucradas anunciaron una alianza que denominaron Joint Business Agreement, que busca profundizar su colaboración comercial. Las mismas aerolíneas reconocen que el Joint Business Agreement sería una cuasi fusión, pero sin intercambio de acciones. Los puntos clave del acuerdo se conocieron en Estados Unidos, pero ahora los tiene el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC) en Chile. Aquí se estima que no será tan fácil que las autoridades chilenas que velan por la libre competencia aprueben el acuerdo entre las aerolíneas. El sector turístico -agencias y consumidores- ya anunciaron que se oponen y solicitarán que se rechace, dado que el mismo perjudicará la competencia por el nivel de concentración que abarcará a las compañías en su conjunto: 78 % de participación en los vuelos entre Chile y Norteamérica, y 64% con Europa. Según la Asociación Chilena de Agencias de Turismo (Achet), un Joint Business Agreement sería una operación que va más allá de una simple modificación de acuerdos de códigos compartidos por lo que equivaldría a una fusión encubierta ya que entre los socios acordarían precios, itinerarios y capacidades de vuelos y como repartirse utilidades, dejando solamente afuera la propiedad de los aviones.
