El viernes pasado, el personal de cabina de Aerolíneas (AAA) acordó un 35% de incremento salarial en un solo pago. El mismo se hará efectivo a partir del 1° de octubre. “Es una demostración de que una discusión de paritarias se puede y se debe dar en el marco del diálogo, escuchándonos, y no realizando paros”, les enrostraron a los pilotos desde la empresa. Para esta semana -fin de las paritarias- la empresa espera cerrar con APA (personal de tierra), APTA (técnicos) y UPSA (personal superior). También con UALA (pilotos de Austral), que si bien acompañó el paro de la semana pasada, negocia por su lado. Para este martes estaba programada una nueva ronda entre APLA y la empresa. Si bien no se llegó a un acuerdo, y solo se acordó un nuevo encuentro el martes de la semana que viene, por lo menos se reestableció el diálogo entre tripulantes y empresa. Los pilotos piden un 45%. La empresa no tiene mucho margen para negociar. Se habla ahora de un 35% y un plus. Siempre un plus. Los tripulantes no cuentan en esta parada con el apoyo de la mayoría de los empleados. No les gustó que se hayan cortado solos -ellos que son los que más ganan- y que el paro haya sido sin previo aviso ya que fueron los empleados de las bases los que debieron soportar la furia de los pasajeros. También sostienen que, más allá de los 4 o 5 millones de dólares que se gastaron por el paro, lo que se perdió fue la confianza del pasajero. «Estamos pasando una situación donde están en riesgo no solamente las rutas internacionales, está en riesgo qué queremos hacer con la empresa», advirtió Isela Costantini que reiteró su predisposición al diálogo. Pablo Biró, presidente de APLA, tampoco tiene mucho margen para negociar aunque se juega mucho en lo personal. En lo gremial, pese a haber sido relecto, su figura quedó muy debilitada en las últimas elecciones en APLA como también en el gremialismo en general tras el reciente reacomodamiento de las centrales obreras. En lo político, es sindicado en el sector como el más kirchnerista de los gremios aeronáuticos lo que lleva a suponer a muchos que hay un componente en la pelea que va mucho más allá de lo gremial.
