Más que un plan a futuro, la presentación del Plan Operativo 2016 de Mariano Recalde sobre Aerolíneas Argentinas sonó más a un balance -incomprobable en muchos aspectos- de su gestión al frente de una compañía que, según convenga, a veces es estatal y otras privada. Entre los anuncios más destacados figura la promesa de lograr superávit para el 2017. Recalde ya había prometido una situación similar para el 2013. Respecto al déficit operativo el funcionario destacó que de un déficit de 859 millones de dólares en el 2008, se llegaría en 2015 a solo U$S 160 millones, U$S 44 millones en 2016 y U$S 39 millones de superávit en 2017. Sin embargo las cifras del Ministerio de Economía hacen presuponer que la empresa va a necesitar hasta fin de año aportes del Tesoro por U$S 600 millones. Respecto a la flota, la empresa adelantó que en 2016 dispondrá de 15 aeronaves de fuselaje ancho y 67 de un solo pasillo “transformándose en una de las flotas más modernas de la región”, dijo. En cuanto a destinos, los anuncios más destacados estuvieron referidos a más vuelos a Brasil desde Córdoba y Buenos Aires, fuerte incremento de vuelos en cabotaje y en intertramos, cambio de flota en las operaciones a Cancún, Punta Cana y La Habana -ahora con A340, lo que implica doblar la oferta-, una frecuencia semanal más a Roma y Barcelona y la puesta en servicio, otra vez, de los vuelos a México. También anunciaron, pero ahora para diciembre de 2016, los vuelos a Guayaquil y Quito. El camporista presidente de Aerolíneas no se privó de participar de la “campaña del miedo” impulsada por el oficialismo al predecir que en el caso de triunfar Mauricio Macri “éste promoverá una política de cielos abiertos basada en la competencia”. Lo que no estaría nada mal si, como dijo el Jefe de Ministros ante el temor de ser auditada, “Aerolíneas Argentinas es tan privada como Coca Cola”.
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