Si bien aún no está dicha la última palabra, gremios y empresa parecen encaminase a un empate. La empresa y el ministerio de Trabajo podrían mostrar que los aumentos no traspasarían la barrera del 30%, como exigía Cristina, mientras que los gremios podrían exhibir a modo de triunfo ante sus bases otros beneficios menos visibles pero no por ello menos efectivos para los asalariados, como adelantó Aviación News. De allí que, aceptado el número marco (alrededor de 28% en un pago), cada gremio se sentó con la empresa a discutir mejoras convencionales que también tienen su costo pero no son «políticamente» visibles. La pelea, como se recordará, comenzó con los gremios cuestionando a Mariano Recalde por sus escasos dotes de gerenciador. Pero chocaron con la regla número uno del manual del buen kirchnerista: «la culpa siempre es de otro». Y los gremios, de buenas a primeras, pasaron de acusadores a responsables de todos los males de la compañía. No se habían repuesto de la sorpresa todavía cuando se encontraron con que detrás de las amenazas de Recalde estaba nada menos que Cristina. ¿Cómo ir contra la Presidenta que autorizó desde que el Estado se hizo cargo de la empresa transferencias por U$S 4.000 millones para sostenerla? ¿Cómo ir contra quien convalidó 4.000 ingresos, que autorizó que la empresa tuviera más empleados que los que necesita, que los sueldos estuvieran por arriba de la media -de 25 a 30 mil pesos y hasta 90 mil en el caso de los pilotos-, que admitió aviones improductivos y hasta escalas internacionales no rentables? Todas confesiones, no de los medios opositores, sino de los propios gremialistas y hasta del presidente de la empresa la última semana.
