El derribo del avión de Malaysia Airlines el 17 de julio fue “una violación del derecho internacional” y, dadas las circunstancias, “puede ser un crimen de guerra”, dijo la comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay. Por ello, la funcionaria pidió una investigación “completa e independiente”. Para Rusia, esa investigación debe de ser acordado con el Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo rápidamente surge la desconfianza. “Nos preocupa que algunos de nuestros socios traten de trasladar el trabajo práctico para organizar la investigación a contactos bilaterales con las autoridades ucranianas”, apuntó el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. “No quiero acusar a nadie, pero espero que nadie intente borrar las huellas”, añadió en referencia a la posibilidad de que se manipulen las pruebas y al hecho de que Kiev y Occidente acusan a los insurgentes prorrusos de derribar el avión con ayuda de Rusia. Los primeros datos obtenidos de las cajas negras del Boeing 777 son consistentes con la explosión ocasionada por un misil, según revelaron los servicios de inteligencia de Estados Unidos, quienes acusan a los rebeldes prorrusos. Estos, en cambio, al Ejército ucraniano contra el que combaten. El avión, con 298 pasajeros y tripulantes a bordo, cubría la ruta Ámsterdam y Kuala Lumpur. Japón ya anunció nuevas sanciones contra Rusia por el derribo del avión.
