¿LA FUSIÓN ES TAN REDITUABLE Y FÁCIL COMO PIENSAN? ¿Y POR QUÉ NO UNA LOW COST LLAMADA AUSTRAL?

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La idea no es nueva, como ninguna de las propuestas que desde diciembre se vienen ensayando en Aerolíneas Argentinas. Como tampoco son nuevas las propuestas de armar una unidad de negocios de Carga, otra de Mantenimiento a terceros y la absorción definitiva de Austral por parte de Aerolíneas, a las que echaron mano cuando desde Economía les dijeron ante la irracional demanda de fondos “algo hay que hacer. La absorción, que muchos disimulan como fusión, la ensayaron los españoles de Iberia, los de la SEPI, los de American, los de Marsans, los de La Cámpora, los de Cambiemos y ahora los de La Cámpora II. Isela Costantini la estudió pero no avanzó mucho. Mario Dell’Acqua pidió ver los números y llegó a la conclusión que el ahorro prometido no justificaba, ni por lejos, el costo interno que invariablemente iba a generar. La semana pasada el ministro Mario Meoni mencionó, como al pasar, el tema de convertir a Austral en una low cost estatal. Como una idea que había que estudiar. Alguien, que conoce mucho el tema, le había llevado la idea. Dicen que no le disgustó, aunque aún no le había llegado la descarga de Aerolíneas y sus gremios, especialmente APLA. Es cierto que para convertir a Austral en low cost habría que pensar en una flota con una configuración de alta densidad, como un B737-800 o A320. Ni el Embraer ni el Bombardier son aptos para esa función. Son varias las empresas tradicionales en el mundo que tienen una subsidiaria low cost para competir en ese segmento. Por estos días, además, una reunión de las autoridades de la compañía con los de la PPP de Austral no habría trascurrido en los mejores términos. La propuesta de fusión, un trámite que muchos especialistas consideran legalmente complejo, estaba resumido en siete carillas. “Parecía una burla”, dijeron quienes representan a los empleados accionistas. El argumento del ahorro tras la fusión tampoco parecería ahora tan importante, pese a que cuando hiciera el primer anuncio hablaron de U$S 100 millones. Según los nuevos datos de la empresa, el ahorro por la fusión sería de 815 millones de pesos al año, o sea unos U$S 12 millones. Apenas un 1% de lo que piensan perder este año. Aun así, ¿cómo se justifican los 815 millones?. Según estiman, unos 600 serían consecuencia de eliminar las gerencias de Operaciones y Seguridad operacional de Austral, una media docena de pilotos que dejarían de cobrar el plus por función gerencial por lo que volverían a volar. Ergo, ese ahorro sería mínimo. En lo que no ahorraría la compañía es en conflictos, ya que la posibilidad de mezclarse pilotos de Aerolíneas y de Austral sigue siendo ilusorio. Pablo Biró, de APLA, sigue con su postura intransigente de que en caso de fusión los pilotos de Austral, no importa la antigüedad y trayectoria, debería ir al final del escalafón. Es decir, que comandantes con 20.000 horas de vuelos irían a la cola del último copiloto ingresando en Aerolíneas. Hace una década debió intervenir la justicia cuando un piloto de Austral se negó a volar por ir asistido por un copiloto de la misma empresa pero afiliado a APLA o cuando comandantes de Aerolíneas cancelaron vuelos por tener entre los pasajeros pilotos de Austral que viajaban de vacaciones o para ir a simulador. Aunque pagaran el ticket. El colmo llegó cuando un copiloto de Aerolíneas se negó a compartir el mismo vehículo entre el avión y la terminal con un comandante de Austral. Pese a los años y las administraciones, la rosca sigue aunque en términos más civilizados. Pero el aceite y el agua siguen sin poder mezclarse.