Es como estar asistiendo a una función de cine catástrofe, solo que en este caso no se trata de una película, de algo que ocurre en una pantalla. Es la vida misma. Tampoco aquí hay héroes y heroínas, taquilleros y divinos, sino que los verdaderos superhombres están en los hospitales dejando la vida o en los laboratorios tratando por todos los medios de lograr la vacuna salvadora. Algo que los investigadores no pronostican que sea inmediato. Hasta el 18 de marzo había algo así como 200.000 infectados en todo el mundo y 7.869 muertos. Pero Christopher Fraser, epidemiólogo de la Universidad de Oxford sostiene que no se reportarían el 50% de los casos lo que duplicaría la cantidad de infectados pero reduciría la tasa de letalidad a alrededor del 1%. Si bien nada es más importante que la salud de cada individuo, obviamente, hay otras consecuencias derivadas del COVIC-19, que amenazan a toda la humanidad: la pandemia económica. El mundo está crujiendo como pocas veces por lo que muchas empresas, industrias y negocios corren peligro de desaparecer con la consiguiente crisis social. Encontrar un antídoto urgente es, por lo tanto, cuestión de vida o muerte no solo para los infectados. Y dentro de los sectores que más sufren está el turismo, que aporta el 10,4% del PIB mundial y 320 millones de empleos, y obviamente la aviación aerocomercial. Según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) unos 50 millones de empleos están en riesgo a nivel mundial debido a la pandemia. En aviación, algunas empresas empezaron a quedar en el camino, mientras que muchas otras corren peligro si no hay una solución antes de los dos meses. (Continúa).
