COMO EN “CAMBALACHE”… LA BIBLIA JUNTO AL CALEFÓN

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Pablo Biró, secretario general de APLA, pertenece a una familia donde todos son pilotos: padre, hermanos, primos, sobrinos, etc. Casi un designio familiar. Quienes lo conocen bien dicen que Pablo probablemente disfruta más con la política que en la cabina de un avión. Al punto que su aspiración ahora, más que volver al cockpit de un A330 de Aerolíneas, es sentarse en un sillón en la CGT. Biró, kirchnerista confeso, llegó a la conducción de APLA como segundo de Jorge Perez Tamayo, con quien se peleó y luego venció en elecciones en el gremio. En la próxima contienda -en octubre, para asumir en julio del año que viene- deberá enfrentar justamente al hijo de Perez Tamayo, también piloto de Aerolíneas. En la última elección venció por muy pocos votos a su propio hermano, Daniel Biró, con quien está enfrentado más allá del gremio. APLA, históricamente, defendió los intereses y privilegios de quienes trabajan en Aerolíneas, no necesariamente en el sector aéreo. Su enemigo durante años, desde los 60’ fue Austral, al punto que hasta hoy, pese a estar ahora en el mismo grupo, militan en gremios diferentes. Se desconfían mutuamente. Luego el amigo a vencer fue LAN, y en menor medida -siempre que aceptaran no crecer- Andes y Sol. Y en el medio toda empresa que asomó a lo largo de estos años en el mercado argentino. (Ver nota completa)